A veces me da la impresión de que algunos complementos son causas perdidas. En el intento por querer hacer de ciertos artículos necesarios un accesorio, cae en el equívoco. El producto del que voy a hablarles hoy es un ejemplo.
Son curitas, de ésas que se usan para cubrir raspones o cortadas. Sólo que, en un afán cuestionable y estético, el creador de esta idea decidió ponerles cuentas, persiguiendo el intento fallido de hacerlas parecer piedras finas. Es decir que en lugar de tener una curita discreta e imperceptible sobre la piel (yo jamás usaría una curita regular sobre el rostro, menos una como ésta), ahora tendremos las miradas de todos sobre la herida.
El nombre de este producto, qué más que ser un artículo de lujo es una curiosidad, es Bling Band Aid. El paquetito cuesta doce dólares, un exceso, puesto que no son más que curitas con simulaciones de piedras. La presentación de las cuentas viene en tres colores: rojo, blanco y rosa, de manera que la herida se vuelve combinable con la ropa de cada día.
La publicidad de la página que las anuncia propone que no es necesario lastimarse para lucirlas. Es decir, ¿alguien sale con esto a la calle por puro gusto? Si estoy tratando de adornarme, definitivamente prefiero un collar de perlas.