La corona inglesa está por comprar un jet privado con un precio de tres millones de libras, con el objeto de reducir costos de viaje. Este avión será adquirido exclusivamente para el uso de Isabel II y de otros integrantes de la familia real, pero de ninguna manera podrán disponer de él ministros.
Las fuentes del palacio de Buckingham aseguran que la reina necesita su propio avión, pues los dos aparatos a disposición de la Familia Real, adscritos al 32 escuadrón de la Royal Air Force, tienen ya más de 20 años y podrían presentar fallas mecánicas.
Sin embargo, el año pasado, el primer ministro británico, Gordon Brown, canceló la compra de un avión similar al que utiliza el presidente de Estados Unidos y cuyo uso habrían compartido la reina y miembros del gobierno en viajes oficiales. ¿La razón? No había suficiente presupuesto.
Tres millones de libras es mucho dinero, pero la familia real está acostumbrada a gastos semejantes. Tan sólo el año pasado, Isabel II y sus parientes gastaron 193 mil libras en el alquiler de aviones, pues los del escuadrón se encontraban descompuestos o llevando a cabo alguna misión.
Tal vez la austeridad y la empatía con la crisis económica mundial podrían funcionar como un acto de magnanimidad y conciencia real.