La casa de subastas Sotheby’s anunció la semana pasada la venta de una alfombra de perlas de Baroda en cinco millones y medio de dólares. Esta pieza pertenece a una colección llamada «Artes del mundo islámico» y el comprador reside en Doha, Qatar.
La verdad es que la procedencia del comprador no me extraña nada. ¿Quién sino un jeque árabe puede adquirir un objeto como éste? Además, es mucho más cercano a su cultura que a la de muchos millonarios de otras nacionalidades.
La alfombra, que procede del siglo XIX, es una obra de arte. Está recubierta con millones de perlas naturales. Entre sus demás adornos se encuentran algunas cuentas de vidrio con engarces de oro, pero eso no es todo: también podemos encontrar en la alfombra diamantes y otras piedras preciosas.
El elevado precio de esta pieza se debe, más que cualquier otra cosa, al valor histórico, cultural y artístico que posee. En la literatura histórica árabe es posible encontrar referencias a esta alfombra, como parte de un conjunto de varios elementos.
Se piensa que fue creada como un regalo para la tumba del profeta Mahoma, en 1865, de parte de un adinerado hombre de Baroda. Sin embargo, éste murió antes de entregar el regalo, de manera que su familia lo conservó y lo fue transmitiendo a nuevas generaciones, hasta el presente.