Los perfumes también son tesoros. Para muestra, la nueva fragancia Clive Christian No.1, un lujo inalcanzable para muchos. Está contenida en un frasco de 500 ml, de cristal de Baccarat, adornado con diamantes blancos de cinco quilates. La caja de presentación muestra una imagen de la corona donada por la reina Victoria en 1872.
Un perfume como éste sólo es accesible para grandes celebridades como Katie Holmes, quien seguramente quedó seducida por la mezcla de vainilla tahitiana, corazones de rosas, jazmines, ylang ylang y orquídeas verdes con retoques de limón y melocotón blanco.
La fragancia está disponible en dos presentaciones: para hombre y para mujer. Sólo existen mil ejemplares de cada edición. El precio es elevadísimo: 115 mil euros. Pero si el precio no te parece excesivo, el portal de lujo beautique.com cuenta con 10 frascos de Clive Christian No.1.
Estoy convencida de que la confección de perfumes implica todo un arte. Se requiere un olfato refinado y experto para lograr la combinación exacta que resulte no sólo agradable sino arrobadora. Pero el precio del frasco es exorbitante.
Bien por Katie Holmes que puede adquirir un perfume tan costoso como éste. Angelina Jolie, en cambio, declaró recientemente que prefiere los productos de precios regulares, y aseguró que sus complementos de belleza suelen costar menos de cien dólares, además de que su marca predilecta destina un porcentaje de la compra a la beneficencia a familias etíopes. Cuestión de preferencias.